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cielo es acaso sólido como vaciado de bronce*? ¿Es líquido como algun metal derretido, que fluye á la accion de un fuego violentísimo? Uno y otro suena la palabra empíreo.

403. Aora: yo busco esta palabra ó cosa equivalente en la Escritura santa, y protesto, en verdad, que no la hallo. La busco con gran deseo y curiosidad en los antiguos padres y antiguos escritores eclesiásticos, no solo latinos sino griegos, y protesto del mismo modo que hasta aora no he podido hallar el menor vestigio: por donde empiezo á sospechar, y sigo adelante con mi sospecha, de que la palabra cielo empíreo es mas moderna de lo que se piensa : mas esto juzguenlo otros mas eruditos. Lo que únicamente he podido hallar sobre este asunto es, que algunos filósofos antiguos, especialmente Platon, ó alguno de sus innumerables discipulos, así como imagináron muchos cielos sólidos, ya tres, ya nueve, ya once, ya mas; así imagináron sobre todos ellos un cielo altísimo y superior á todos, que Hamáron empíreo ó igneo, al cual consideráron como centro ó region del fuego, y tambien como el alma ó vida de todo el universo, que todo lo anima y vivifica, &c. Los Aristotélicos imagináron este mismo empíreo, en cuanto region del fuego, mucho mas cerca de nosotros, pues lo pusieron entre la tierra y la luna, habiendo observado, que la llama si no halla impedimento estrínseco, sube siempre ácia lo alto en forma de pirámide: lo cual les pareció que no podia ser por otra causa fisica, sino por su innata inclinacion ácia su propia esfera ó region del fuego.

404. Volviendo á la Escritura santa, que es la autoridad mas respetable, en ella no se halla otra cosa sobre el asunto que aora considerámos sino palabras generales, es á saber: cielo, cielos, cielo del cielo, cielos de los cielos, reino de los cielos: mas estas palabras ciertamente generales é indeterminadas, se hallan bien esplicadas en las mismas Escrituras, y de un modo perfectamente conforme

... Quasi aes fusum ?-Vide Job xxxvii, 18.

Tú oirás desde el cielo,

al dogma de fe divina, y tambien à la recta razon iluminada con la lucerna de la fe. Por ejemplo: Tú le oirás desde el cielo, esto es, desde tu alta morada*, le dice Salomón á Dios: y en el ver. 39: esto es, desde tu firme morada +. Dios firme y sublime, qué cosa es? palacio, ó templo, ó cielo material, nado? ¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra, dice el Señor +?

¿Esta habitacion de ¿Es acaso algun gran ó algun lugar determi

405. De esta misma habitacion de Dios sublime y firmísima, habla el Apostol cuando dice: El que solo tiene inmortalidad, y habita una luz inaccesible §. Y en otra parte: aunque no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él mismo vivimos, y nos movémos, y somos. Lo cual estaba ya dicho con viveza, elegancia, propiedad, simplicidad y verdad, en el salmo cxxxviii. Si subiere al cielo, tú allí estás: si descendiere al infierno, estás presente. Si tomare mis álas al salir el alba, y habitare en las estremidades de la mar: Aun allá me guiará tu mano, y me asirá tu derecha. Y dije: Tal vez me cubirán las tinieblas: mas la noche me esclarecerá en mis placeres T. Todo lo cual nos enseña y predica aquel atributo de fe divina esencial á Dios, que es su inmensidad

* Tu exaudies de cœlo, de sublimi scilicet habitaculo tuo. 2 Par. vi, 30.

+ Tu exaudies de cœlo, hoc est, de firmo habitaculo tuo. Id. ib. 39.

¿Numquid non cœlum et terram ego impleo, dicit Dominus. Jerem. xxiii, 24.

§ Qui solus habet immortalitatem, et lucem inhabitat inaccessibilem. 1 ad Tim. vi, 16.

|| Quamvis non longè sit ab unoquoque nostrum. In ipso enim vivimus, et movemur, et sumus. Act. xvii, 27 et 28.

Si ascendero in cœlum, tu illic es: si descendero in infernum, ades. Si sumpsero pennas meas diluculò, et habitavero in extremis maris Etenim illuc manus tua deducet me: et tenebit me dextera tua. Et dixi: Forsitan tenebræ conculcabunt me: et nox illumi natio mea in deliciis meis. Ps. cxxxviii, ab 8 usque ad 11.

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TOMO III.

T

ó presencia real y verdadera en todo el universo, y en todas y en cada una de las partes que lo componen.

406. No obstante esta idea verdadera y de fe divina, y conforme tambien á una razon bien ordenada, os oigo todavia replicar, que es preciso conocer y conceder algun lugar determinado, fisico y real, á donde se manifieste á los bienaventurados la gloria de Dios, ó Dios mismo con toda su gloria, y á donde estos gocen plenísimamente de su vista, y sean plena y perfectamente felices, principalmente despues de la resurreccion y juicio universal. Este punto de gran importancia necesita de una gran consideraEntrémos en ella.

cion.

PARRAFO IV.

407. Es preciso admitir algun lugar determinado fisico y real, donde Dios se manifieste con toda su gloria á los justos ya resuscitados, y donde estos lo vean eternamente con vision intuitiva y fruitiva.

408. Esta proposicion que os parece tan cierta, es puntualmente lo que yo niego, fundado no solamente en las Escrituras sagradas, sino tambien en la razon natural iluminada con la lucerna de la fe. Decís sin duda, que esto es demasiado negar, pues este lugar determinado todos lo admiten y yo os respondo, que padeceis equivocacion. El lugar determinado de que hablámos, ni lo admiten todos, ni muchos, ni ninguno solamente lo imaginan ó se lo figuran y esta figura ó imaginacion es lo que llaman los ascéticos composicion de lugar; la cual es buena y conducentísima en la meditacion para fijar en alguna cosa ó lugar determinado nuestra inquieta, vaga, é inconstante imaginacion. Mas este lugar determinado es ciertísimo que la misma imaginacion lo finge y compone á su modo, esto es, segun el talento ó gusto de cada uno. De esta composicion de lugar tuvo sin duda su origen aquella imagen de la gloria, que nos ofrecen los pintores, buena en sí misma, edificativa y suficiente respecto del grado de oscuridad é ignorancia en que actualmente nos hallámos.

Mas

esta imágen ó este lugar, evidentemente compuesto por nosotros mismos (y que hemos pedido prestado á las mejores fiestas, músicas y alegrias públicas, que hemos visto y oido en nuestra tierra, y tal vez al capítulo iv del Apocalipsis); es acaso y será eternamente algun lugar determinado del cielo fisico y real? Esto es, ó Cristófilo, lo que os vuelvo á negar.

409. Y para haceros tocar con las manos vuestra insigne equivocacion, permitidme que os haga sobre el punto particular que aora tratámos, una sola pregunta, esperando de vuestra bondad una respuesta categórica.

410. Es preciso, decís, admitir algun lugar determinado, fisico y real, donde se manifieste á los bienaventurados, así aora como despues de la resurreccion universal la gloria de Dios y Dios mismo, y donde estos lo vean y gocen eter

namente.

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411. Bien en esta suposicion, yo os pido aora que me señaleis con el índice ó con ambas manos, ó con ojos y manos, este lugar determinado del cielo, donde está ó debe estár este paraiso felicísimo por toda la eternidad. A esta simple pregunta, como todavia no comprendeis bien mis intenciones secretas, me respondeis al punto, simple y sincéramente (levantando los ojos y las manos ácia lo mas alto del cielo) que está en vuestro zenit y en todas sus cercanías. Habiendo oido y entendido bien vuestra respuesta, doy luego sin poder contenerme, una gran voz que se oye por toda la tierra, hasta los términos de la redondez de la tierra*, pidiendo á todos sus habitadores creyentes de toda tribu, y lengua, y pueblo, y nacion †, que respondan á mi pregunta: y veo y oigo, con grande admiracion, que todos sin faltar uno solo, me responden lo mismo que vos. Todos y cada uno levantando los ojos y las manos ácia lo mas alto del cielo, me señalan el mismo lugar fisico y real. Mas yo reparo, y es bien fácil de re

Usque ad terminos orbis terrarum.-Ps. lxxi, 8.

+ Ex omni tribu, et lingua, et populo, et nacione.-Apoc. v, 9.

parar, que este lugar fisico y real, que todos me señalan, aunque parece uno mismo respectivamente, mas en realidad, cada pueblo, tribu, lengua, y aun cada individuo, me señala un lugar absolutamente diverso de todos los otros. ¿ No me entendeis?

412. Empecémos por vos mismo. Vos me señalais vuestro zenit ó el punto perpendicular de vuestra cabeza; no podeis señalar otro, pues todos los demas puntos de todo el orbe universo al rededor, os parecen inferiores á vuestro zenit, y por eso agenos y poco dignos de vuestra atencion y consideracion. Solo el punto perpendicular á vuestra cabeza y todas sus cercanias es el lugar del cielo, que os contenta y satisface plenamente.

413. Aora bien: para que nos entendamos mejor y ahorrémos muchas palabras y disputas inútiles, yo os convido, amigo carísimo, á un paseo que voy á hacer, y que quisiera hacerlo en vuestra compañia: paseo facil, brevísimo y nada molesto. Os parecerá al principio muy dilatado, y no obstante lo hemos de hacer en pocos minutos. Venid conmigo, Cristófilo, sin miedo ni recelo. Vamos á divertirnos por este mundo, dando una vuelta entera á todo nuestro orbe terráqueo. No hay que temer enemigos, ni tempestades, ni peligros, ni incomodidades, por mar ni por tierra. Este viage lo hemos de hacer sin movernos corporalmente del lugar en que estámos. Nos basta nuestra sola imaginacion regulada por la recta razon, segun ciencia. Para esto pongámos los, ojos y considerémos con alguna atencion la figura que nos sale al encuentro en la foja siguiente. Si esta es inútil para vos mismo, puede ser bien necesaria ó á lo menos conducente para otras personas de otra clase pues á todos somos deudores.

414. En medio de esta figura veis nuestro orbe terraqueo A B C D. En el punto A en que nos hallámos, me habeis mostrado ya y me mostrais confiadamente el lugar determinado, fisico y real, donde se debe mostrar á los santos por toda la eternidad la gloria de Dios y Dios mismo: esto es, el punto A superior á todas las estrellas,

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